EL BUNAD NORUEGO: HISTORIA, ORGULLO Y SECRETOS DE UN TRAJE TRADICIONAL.
Cuando se piensa en Noruega, es imposible no imaginar los impresionantes paisajes naturales, los fiordos, y claro, el bunad: ese traje tradicional colorido y detallado que aparece cada 17 de mayo, Día Nacional de Noruega. Pero el bunad es mucho más que una prenda festiva. Es un símbolo profundo de historia, identidad y pertenencia, que merece ser comprendido más allá de lo estético.
¿Qué es el bunad?
El bunad es el traje nacional tradicional de Noruega, con raíces en la vestimenta campesina de los siglos XVIII y XIX. Hoy en día, se utiliza en eventos importantes como el Día Nacional, bodas, confirmaciones, bautizos y celebraciones culturales. Tanto mujeres como hombres tienen sus versiones del bunad, aunque los femeninos suelen ser más comunes y visualmente elaborados.
Cada bunad representa una región específica del país. Hay más de 450 variaciones oficiales, y cada una tiene características únicas en sus bordados, colores, joyería y accesorios. Esta diversidad refleja la historia local de cada zona, y por eso muchas personas eligen el bunad que corresponde al lugar de origen de su familia.
Una inversión con valor simbólico
Tener un bunad no es barato. Un conjunto completo puede costar entre 20,000 y 60,000 coronas noruegas, o incluso más si se manda a hacer a mano con materiales tradicionales. La orfebrería que acompaña al traje, conocida como sølje, está hecha de plata y puede ser tan elaborada como costosa. Por ello, los bunads suelen heredarse de generación en generación como una pieza valiosa de historia familiar.
Además, cuidar un bunad requiere atención especial. No puede lavarse como cualquier otra prenda: debe limpiarse profesionalmente, y sus piezas de plata deben mantenerse pulidas y guardadas cuidadosamente para evitar oxidación.
Detalles que pocos conocen
Aunque el bunad es un emblema visible del orgullo noruego, también esconde algunas historias y detalles menos conocidos:
Durante la ocupación nazi de Noruega (1940-1945), usar el bunad fue un acto de resistencia. Muchos lo llevaban como forma silenciosa de decir “esto es Noruega, no Alemania”. Hoy en día, el 17 de mayo se sigue viendo como un desfile de libertad y orgullo nacional.
Algunas versiones del bunad incluyen símbolos específicos de estatus social o de eventos como el luto, algo que hoy en día pasa desapercibido.
Los peinados y accesorios también siguen normas tradicionales. Por ejemplo, algunas regiones tienen peinados específicos que deben acompañar el uso del bunad.
Existen versiones más ligeras del bunad para bailar, usadas por grupos folclóricos. Aunque no siempre son consideradas “auténticas”, cumplen una función importante para mantener vivas las tradiciones.
¿Puede usarlo alguien que no es noruego?
Esta pregunta genera debate en la sociedad noruega. Tradicionalmente, el bunad ha sido reservado para quienes tienen una conexión familiar o cultural directa con una región específica. Sin embargo, en una Noruega cada vez más diversa, hay familias mixtas que regalan bunads a sus parejas extranjeras como muestra de bienvenida a la cultura. También existen personas migrantes que, después de muchos años viviendo en el país, deciden adoptar esta tradición como parte de su identidad adoptiva.
En algunos casos, hay quienes optan por trajes inspirados en el bunad, pero con bordados o colores de su país de origen, creando un puente cultural entre su identidad natal y la noruega.
El futuro del bunad
Hoy en día, hay diseñadores y movimientos que buscan modernizar el bunad, explorando nuevas formas, géneros y estilos. Desde personas queer que lo reinterpretan fuera del binarismo tradicional, hasta diseñadoras que fusionan lo clásico con lo contemporáneo, el bunad sigue evolucionando sin perder su raíz.
En resumen
El bunad no es simplemente un traje bonito. Es una expresión de historia, pertenencia y transformación cultural. Para quienes vivimos en Noruega —mexicanas, mexicanos y latinoamericanos en general— conocer el valor simbólico de esta prenda nos permite comprender mejor la identidad noruega, y al mismo tiempo, reflexionar sobre cómo podemos construir la nuestra en este nuevo contexto.
